23/6/11

DIOSA BLANCA.


El lugar estaba en penumbra, algunas luces de colores ocultaban las sombras aquí y allá.
Un fuerte olor a perfume barato me inundó.
Al local se bajaba por unas escaleras desde la calle, una de las calles más importantes de la ciudad; el cambio de sonido era maravilloso; el zumbido y cláxones de los coches dejaba el paso a un silencio sonoro alucinante.

11/6/11

MAGIA


Salió de la cueva y se quedó parado mirando a la oscuridad.
Llevaba días intranquilo; en plena noche se despertaba, se acercaba al fuego donde siempre estaba uno de ellos vigilando.
Él se quedaba y el otro agradecido se iba a dormir.
Se alejaba del fuego una vez entrado en calor para vigilar, cerca del fuego uno era visto pero no veía.
Los ruidos de la noche subyugan pero son mortales; detrás de muchos de ellos había una fiera ansiosa por comerte.
Miraba la oscuridad intentando taladrar la espesura; intentando ver y adelantarse al peligro.
Le gustaba además mirar las luces de la oscuridad, unas extrañas luces que apenas servían para ver; no eran como las antorchas que utilizaban en la cueva que sí permitían ver en la negrura.
¿Para qué servirían esas luces que apenas alumbraban? ¿Quién las encendía?
Su cabeza no paraba de sacar imágenes y no podía evitar hacerse preguntas; así pasaba las noches desde hacía tiempo.
Recordaba a la madre de su madre que siempre estaba mirando a la oscuridad buscando respuestas; todos la consultaban cuando tenían miedo o no entendían algo, que tambíen les daba miedo.
Había muchas cosas que no entendía pero evitaba reflejar su miedo; los otros le respetaban y él tenía que ser fuerte para que le hicieran caso.
Después de la luz venía la oscuridad, así era desde que él recordaba y los viejos le decían que ellos recordaban lo mismo desde que recordaban.
Su curiosidad le animaba a mirarlo todo, a mirar para ver, donde otros miraban sin ver, sin entender.
Ellos y él fueron pequeños y ahora son grandes, iban a ser viejos que cerrarían los ojos y sus cuerpos dejarían de latir.
Eran como las fieras; tuvieron durante un tiempo un pequeño tigre que tuvieron que matar para evitar que se comiera a alguno de ellos. Luego...se lo comieron.
Todo era un misterio, no entendía por qué eran las cosas así.
Él con su fuerza podía realizar grandes cosas; mataba animales para comer y no pasar hambre; rompía ramas para arder en el fuego; hacía armas con las piedras que encontraba; se defendía de otros ellos; su fuerza le hacía estar y que su cuerpo no dejara de latir.

¿Qué fuerza hacía que las luces de la oscuridad estuvieran, que la luz calentara?

Se esforzaba por entender lo que les rodeaba; ellos no le entendían pero le respetaban.
Hace muchas oscuridades; mientras miraba las luces de arriba, vio a la madre de su madre andando por el bosque; tuvo miedo ya que a ésta le había dejado de latir el cuerpo y la habían tirado a un pozo dentro de la cueva.
Ya no estaba con ellos, aunque sí la veía en su cabeza.
Se acercó a ella y se dieron la mano, el calor que sentió fue grande y le dijo lo siguiente: "Igual que tú haces grandes cosas, y haces pequeños, tú y los tuyos sois hechos también: El agua que calma vuestra sed, los animales que calman vuestra hambre, la luz y la oscuridad os son puestos para que podáis vivir; cuida de los tuyos como cuidan de vosotros."

A partir de eso veía mejor, miraba más.

Se hizo fuerte y los otros le respetaron, por su fuerza y porque veía; veía qué debían hacer para encontrar caza, para encontrar agua y sabía cómo defenderse de los otros.
La luz volvía y con ella volvía el calor; la oscuridad pasó rápido mientras miraba las luces y a ratos la oscuridad.
El fuego alimentado toda la noche ayudaba a alejar a las alimañas.
Ellos iban saliendo de la cueva y empezaron a asar carne; había que comer para poder cazar, las mujeres bajaban al río a por agua.
Observaba, mientras comía un trozo de carne, miraba al grupo y se alegraba de estar con ellos; él estuvo en un grupo pequeño y era duro vivir.
Pocos hombres para cazar no es bueno; ahora en este grupo que él ha unido son muchos los hombres que pueden cazar para comer y defenderse de los animales y de otros que quieren quitarle su comida y sus mujeres.
Le gustaba mirar a los pequeños y verles reir; cuando se hicieran más grandes cazarían y con las mujeres harían más pequeños; todo seguiría...
Estaban todos comiendo y en silencio, los hombres van a salir a cazar y era peligroso.
La luz calienta con fuerza, los cuerpos templados y alimentados respiran con energía animal; él está contento por lo que ve; de los ojos le salen sus primeras lágrimas...algo asustado cae de rodillas y mirando a la luz que le ciega, se tumba adorándola.
Los otros le miran extrañados, pero uno detrás de otro se ponen en la misma postura y todos adoran a la luz.

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